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La Computación Cuántica Detrás de los Misterios del Universo
Por: Marcela Torres
Coordinadora de Marketing y comunicaciones
El nuevo milenio ha traído una gran cantidad de avances tecnológicos, apenas comparables con la producción tecnológica lograda durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, la ciencia ficción ha planteado adelantos que poco a poco se han logrado sustraer a la realidad, dentro de ellos encontramos “La computación cuántica”.
Siendo un paradigma en el mundo de las computadoras, “La computación cuántica” es un universo bastante distante sobre el conocimiento con el cual contamos tradicionalmente. Esta se basa en el uso de cubits; son un sistema cuántico con dos estados propios y pueden ser utilizados de manera arbitraria, sólo pueden ser descrito por medio de la mecánica cuántica.
También podemos entender por cubit, la información que tiene un sistema cuántico de dos estados posibles, en este sentido cada cubit es una unidad mínima y por tanto parte de la construcción mínima de la teoría de la información cuántica.
Volviendo a la computación cuántica, recordemos que la computación tradicional o clásica puede estar en 1 o en 0, pero en un estado a la vez; luego, el cubit, al tener la posibilidad de contar con dos estados simultáneos, puede dar cabida a nuevas maneras lógicas que hacen posibles otros algoritmos.
Tengamos en cuenta que una tarea realizada por la computación clásica o la computación cuántica, muy seguramente tendría niveles de complejidad distintos, ya que algunos temas que no podían atenderse antes, serían atendidos ahora.
El nuevo mundo de IBM
Recientemente IBM ha desarrollado un procesador que ofrece la oportunidad de penetrar en los secretos de los neutrones y los protones que componen nuestro cuerpo o las estrellas, lo que permitiría virtualmente la posibilidad de comenzar a descubrir otros misterios mucho mayores de nuestro universo.
Es una nueva puerta al futuro la que ha abierto IBM por medio de su procesador Eagle, el cual tiene la capacidad de procesar información compleja que no podría siquiera ser emulada en un computador tradicional de última generación.
IBM logra un procesador cuántico de 127 cubits, que está muy por encima del desarrollado por China, y cuenta con tan solo 76 cubits, lo que lleva a IBM a ser el actual soberano en computación cuántica.
El gigante tecnológico informó que su nuevo IBM Quantum System Two, es apenas un primer paso, ya que se propone evolucionar a un procesador de 433 cubits, cuyo nombre es Osprey, pensado para 2022, con el cual se aspira tener un procesador de 1.121 cubits, llamado Cóndor; está previsto para 2023.
En la actualidad, el sistema vigente es cien veces más veloz que IBM Cloud en aplicaciones cuánticas, lo que podría permitir incluso el descubrimiento de nuevos fármacos.
Arvind Krishna, CEO de IBM, ha dicho que la computación cuántica podría ser la llave para abordar problemas que son en extremo desafiantes, aún para las supercomputadoras que usamos hoy en día. Entre estas funciones podrían mejorar la fabricación de baterías o secuestrar emisiones de carbono.
Un segundo Avance
Por medio de un comunicado, IBM informó a la opinión pública que a medida que los procesadores cuánticos logran aumentar su escala, cada uno de los cubits adicionales duplicará la cantidad de espacio de memoria necesaria para ejecutar algoritmos, lo que permitirá que una computadora clásica pueda simular de manera confiable circuitos cuánticos.
Otro aspecto mencionado en este desarrollo por Futura Sciences es que: “Debido a esta proeza tecnológica, la computación cuántica puede tener a su alcance la solución de algunos de los secretos de los protones y neutrones que componen nuestros cuerpos y las estrellas”.
El diagnóstico está fundamentado en otro importante resultado de la computación cuántica, logrado por el Instituto de Computación Cuántica de la Universidad de Waterloo.
En la actualidad, un grupo de investigadores de este instituto ha realizado una simulación de bariones (partículas cuánticas fundamentales), por medio de la computación cuántica como lo explican en una publicación realizada en Nature Communications, revista científica Británica.
Fuente: Tecnouniverso
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